Taller de arquitectura: Agustín Hernández

La colonia Bosques de las Lomas es un área residencial ubicada al noroeste de la Ciudad de México. Su nombre no podría ser más apropiado, dada su frondosa vegetación y abrupta topografía. El taller y hogar de Agustín Hernández, diseñado por él mismo el año 1975, surgió en una zona boscosa en Las Lomas como un árbol más, escondido en el follaje. Como si levitara sobre este barranco de 40 metros de altura, aparece esta inusual composición, desafiando a la geometría y gravedad, una de las obras más importantes de este renombrado arquitecto mexicano; la obra y la escultura donde el arquitecto vive, trabaja y observa.

Este taller llena todo lo que he buscado en la arquitectura, que estructura, forma y función sean una unidad. Es algo que nos enseña la naturaleza. Ya desde cuando estamos diseñando una estructura, esa estructura nos va a dar espacios, espacios diferentes, espacios que hablan, otros cantan, otros nos invitan a la acción, otros nos invitan al reposo… En fin, el espacio se apodera de nosotros, nosotros de él; si estamos en un cuarto cúbico, somos cubo, si estamos en un espacio esférico, nos sentimos esfera… esa simbiosis que existe entre el espacio y el hombre” (Agustín Hernández).


Para hacer el taller de arquitectura, este arquitecto se inspiró, durante una estancia en Acapulco, en las palapas de los lugareños para crear el concepto de tensión-compresión en el que se basa el proyecto. Este conjuga cuatro prismas de hormigón con agregados de mármol -dos a compresión y dos a presión, dos pulidos y dos martelinados- buscando un equilibrio estructural y una coherencia en sus espacios interiores.

Exteriormente la composición se basa en la relación de cuatro elementos en forma de T girados 60 grados respecto a la horizontal y engarzados en torno a una columna central. Las dos pirámides que lo caracterizan generan una tensión y dinamismo importante, pero al mismo tiempo transmiten un sentido de equilibrio basado en su dualidad. El prisma normal se asienta en la tierra, trabaja a la tensión y su acabado es de concreto pulido, mientras que el prisma invertido se eleva hacia el cielo, trabajando a compresión y su acabado es martillado.

El ingreso se da por la parte superior del edificio y se tiene que ascender por una vía serpenteante para llegar hacia él. El único elemento que conecta el edificio con el exterior es un puente, dejando todo el resto de cierta manera aislado.

El interior del edificio también está hecho de concreto. Posee ventanas triangulares que se forman al intersectarse los prismas. Los pisos son de cemento pulido.El centro principal de su taller es la circulación. En este caso se trata de una escalera en espiral, un elemento comúnmente hallado en la arquitectura prehispánica mexicana. Esta escalera se compone de peldaños metálicos triangulares, careciendo de una baranda, por lo que se ve muy ligera. Para estructurarla, Hernández diseñó un ingenioso sistema de soportes y muelles que parecen invisibles desde arriba, pero que forman parte de la estética de la propia escalera, presente ya desde el ingreso al taller. Al fondo, una ventana circular enmarca nuevamente paisaje exterior.



Las escaleras que se encuentran en el interior del taller, también son trabajadas con liviandad y simpleza, contrastando con el peso estructural y formal de otros elementos de la casa.

Al interior, el arquitecto aprovecha la colisión de diversas geometrías para lograr una impresionante riqueza espacial, mediante el cambio de escala, amplitud de vistas e inclusión de elementos formales complementarios. Es así como el área de taller se desarrolla en torno al núcleo central y alterna las áreas de exposición de maquetas con las áreas del taller, todas suficientemente iluminadas por las ventanas horizontales o triangulares que le entregan espectaculares vistas panorámicas del paisaje.

Esta inusual espacio, elevado 40 metros del suelo, es parte de las obras más importantes del arquitecto, obras que tienen una gran fuerza escultórica, sin repetir las formas del pasado, sino que re-interpretándolas, contribuyendo así a la historia de la arquitectura de México. Entre sus obras más importantes destacan, la Escuela del Ballet Folklórico (1968), El pabellón Mexicano de la Expo de Osaka (1970), su propia casa en Casa en México DF (1970), el Heroico Colegio Militar (realizado en colaboración con Manuel González Rul, 1976), el Centro de Meditación de Cuernavaca (1984), la Casa en el aire (Bosque de las Lomas, 1991) y el Centro Corporativo Calakmul (1994).

Arquitecto: Agustín Hernández
 
Ubicación: Bosque de las Lomas, Ciudad de México, México


 Año Proyecto: 1975 


 

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