Teodoro González de León: Arquitecto, Artista plástico y erudito.
Autor de una obra contundente, original, mexicana y universal, que
abarca más de 50 años, Teodoro González de León ha influido en la
cultura y vida misma de esta ciudad, mencionado como precursor del
proceso de renovación de Paseo de la Reforma, y de quien la historia de
la arquitectura de mediados del siglo XX no puede ser narrada sin
mencionar su nombre.
Obras como el Conservatorio de Música del Centro Nacional de las
Artes, la Galería Mexicana del Museo Británico (Londres), el edificio
del Fondo de Cultura Económica de la Ciudad de México, el Auditorio
Nacional, el Corporativo Arcos Bosques, el Museo Tamayo, las embajadas
de México en Berlín, Belice y Guatemala, su propia casa, el edificio
Universitario de Capacitación en Morelia y el Reforma 222, entre otros,
tienen el sello de su creación.
En la Sala Manuel M. Ponce, emblemática para la cultura en nuestro
país desde la creación de este edificio, el Palacio de Bellas Artes, se
llevó a cabo el Homenaje al arquitectoTeodoro González de León como
reconocimiento por su vasta trayectoria, creatividad, talento y
aptitudes de quien nació con la misión de embellecer al mundo.
Organizado por el Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México y la
Sociedad de Arquitectos de México (CAM-SAM), la Academia Nacional de
Arquitectura y la revista México Design; el arquitecto Arturo
Aispuro Coronel, presidente del CAM-SAM, agradeció el apoyo a Conaculta y
al Instituto Nacional de Bellas Artes, para lograr el primero de muchos
reconocimientos a través del Premio Trayectorias 2011 a arquitectos de
gran prestigio de nuestro país, donde los paneles estén integrados por
personas cercanas al artista, que lo conozcan más íntimamente y hablen
de su persona y legado.
Partiendo de la frase de Octavio Paz de que la arquitectura es el
testigo insobornable de la historia, fue posible escuchar frases como
“Ícono de la arquitectura en esta ciudad, cuyas piezas reflejan su
espíritu noble y un orgullo nacional” como lo expresó Rodrigo Noriega,
Director de la revista Mexico Design y “uno de los grandes
artistas del siglo XX y principios del XXI por ir mucho más allá de la
arquitectura” de acuerdo a Consuelo Sáizar, Presidenta del Conaculta.
Para poder ensamblar el rompecabezas que define su personalidad se
contó con la presencia de cuatro ponentes, quienes han tenido una
relación estrecha con el artista y pueden dar testimonio de su obra.
Inició un recorrido por la lente del fotógrafo Pedro Hiriart, testigo
visual de la obra de Teodoro González de León por más de 20 años. “Lo
que me valió trabajar tanto con él como con el arquitecto Francisco
Serrano, fue mi noción de la geometría y mi obsesión por perseguir la
luz, porque entre ésta y la sombra es como salen únicas las fotos, ya
que unos minutos antes o después ya es otra toma”.
El arquitecto Ernesto Betancourt, quien trabajó nueve años con el
arquitecto González de León, hizo una bitácora de un día de trabajo en
la oficina ubicada en Ámsterdam 63 de la colonia Condesa. Habló de la
puntualidad, del perfeccionismo y de la tenacidad al dibujar diseños.
“Su actividad es la de un artista, un creador que sigue experimentando
ese milenario arte, revisando las innumerables maquetas en tres
dimensiones para después cuajar los dibujos y convertirlas en planos”.
Mención aparte merece Reforma 222, obra pensada y realizada en cinco
años y actualmente considerado uno de los proyectos más grandes y
complejos del país. Con una superficie de 180,000 m2, es
capaz de albergar a más de 5,000 personas, que si se colocaran los
edificios uno encima de otro, daría un total de 77 pisos, con la
salvedad de que ninguno es igual a otro.
“Él puede describir cada rincón, porque él lo diseñó íntegramente,
desde las chapas de las puertas hasta los estacionamientos y escaleras”,
mencionó el arquitecto Jorge Gamboa de Buen, director general de Grupo
Danhos y quien colaboró con el maestro en esta magna obra. Reconocido
por su disciplina, aguda inteligencia, y vasta cultura, “es antes que
nada un intelectual que construye sus diseños a partir de un complejo
proceso de reflexión apoyado en sus conocimientos de historia, su
dominio de la geometría y de la experiencia acumulada a lo largo de su
vasta obra. Siempre escucha a sus colaboradores y a partir de ello
realiza sus proyectos”.
De acuerdo con Gamboa, tiene una extraordinaria capacidad para
escapar de los estrechos límites que los clientes pretenden imponer a
los arquitectos, así como para ofrecer más de lo que se espera y por
ello se ha convertido, “para mi gusto, en el arquitecto de las
instituciones mexicanas”.
Su obra presenta una congruencia casi inédita en la historia que va
evolucionando hacia la perfección y que completa tanto conceptos, como
materiales. Si se analizan el Colegio de México y el Conservatorio es
factible trazar un desarrollo casi darwiniano que pasa por los distintos
procesos de evolución.
Maneja todas las disciplinas de la arquitectura, como la acústica,
los reglamentos, ya que desde el inicio resuelve escaleras, salidas de
emergencia, accesos de minusválidos, estacionamientos funcionales,
etcétera. La geometría es su instrumento de trabajo y personalmente
calcula radios y curvas. Para sus amigos y colaboradores, su despacho es
un museo de maquetas, algunas de hace muchas décadas y en las cuales es
posible observar la importancia dedicada tanto al atrio central como al
diseño de las chapas de la puertas.
Sin embargo, su trayectoria no podría definirse de manera completa si
se omitieran tanto sus trabajos escritos como los reconocimientos de
otros artistas hacia su obra. Existen publicados diversos libros acerca
de la obra de Teodoro González de León. Como mencionó el Mtro. Joaquín
Diez Canedo, director general del Fondo de Cultura Económica. “El
prólogo del libro Retrato de Arquitecto con Ciudad, primer
volumen de una colección de artes de México, fue escrito por Octavio
Paz, donde escribió: “No es un arquitecto clasicista, sino que construye
arte moderno inspirado en la lección de los cásicos, o sea, el orden,
la medida y la proporción”.
Por otra parte, en 1994 el Fondo de Cultura Económica publicó la memoria Reflexiones sobre mi Obra,
donde precisamente concluye afirmando que nada se termina por completo,
siempre se pueden hacer otras cosas, nunca faltan ideas porque todo es
una búsqueda, una experimentación.
Al recibir su reconocimiento el arquitectoTeodoro González de León,
agradeció su presencia a todos sus colaboradores y amigos, así como a su
esposa e hija, además la del reconocido arquitecto Francisco Serrano,
con quien logró diversas obras. “Desde la preparatoria decidí ciegamente
ser arquitecto, para mí es una forma de vida, sin reglas”. A pesar de
que el proceso creativo es un ejercicio difícil amargo, de prueba y
error y donde reiteradamente se confronta con el sitio y el programa.
Para él existen propósitos del proyecto tanto generales como
personales, que abrevia en dos temas: “la arquitectura que persigo
intenta organizar el espacio como un paseo arquitectónico en el tiempo,
un escenario de cuatro dimensiones para el desarrollo de la vida, de las
actividades del usuario, porque la noción de la arquitectural es
espacio temporal.
En segundo lugar, aunque no en orden, intento crear formas que se
inserten en el sitio, que dialoguen con el espacio natural y con el
público. Hago huecos, pórticos en los que penetro el espacio público.
Formas porosas al espacio de todos”.
La ciudad, la gran obra de arquitectura pública que realizamos todos
juntos será más intensa y emocionante al estar en contacto permanente
con el arte, ya que éste nos retrata y representa; es el espejo en que
podemos vernos y saber cómo eran quienes nos precedieron, que a
diferencia de la historia, da una sintética más profunda porque
desentraña la forma de vivir, crea los escenarios de la vida cotidiana y
también es la parte de la cultura que más perdura.
Para Teodoro, la arquitectura ha cambiado en los últimos 30 años “y
cada día se vuelve más compleja, ya que ahora una casa requiere, por lo
menos, unos 200 planos, además de que han aumentado los requerimientos
legales y todo suma a mayor tiempo de concepto, de proyecto y de obra,
por lo que es muy difícil asegurar el tiempo y costo de las obras, sobre
todo las singulares”.
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