MUAC: Teodoro González de León

Concebido para complementar la gama de actividades culturales que ofrece el Centro Cultural Universitario de la UNAM, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), es un edificio de acabado geométrico, obra del arquitecto Teodoro González de León, que pone colofón al entramado simétrico característico del famoso complejo cultural estudiantil en el que se encuentran la sala Nezahualcóyotl, los teatros Juan Ruiz de Alarcón, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Covarrubias, el Centro Universitario de Teatro y las salas de cine Julio Bracho y José Revueltas.





 Parte central de la estética del inmueble se concentra en la manera en que éste consigue sacar el máximo provecho de la iluminación natural, atributo recreado gracias a la intervención del despacho LightTeam, quienes aplicaron gran parte del conocimiento sobre lo que denominan arquitectura bioclimática en iluminación, referida al análisis y aplicación de la luz natural, con el propósito de domesticarla y aprovechar ésta en la edificación. “El principio que rige nuestro trabajo es entender el espacio que describe la arquitectura y, en ese sentido, somos una extensión del taller del arquitecto e interactuamos con su diseño para entender el manejo de la altura, el color, la proporción, la orientación y así poder intervenir en la selección de aquellos materiales que favorecerán el diseño de iluminación que propongamos, desde los vidrios, los domos o incluso los pisos. Lo que hacemos con todo eso es construir un mensaje de iluminación, nuestro proceso operativo está fundamentado en la geometría”, ahonda Gustavo Avilés, líder del proyecto que dio luz al MUAC.

Modelar la arquitectura con luz natural
Dada la connotación que hoy ostentan los museos como puntos de reunión social, el principio de iluminación del MUAC privilegia el atributo del movimiento de quien visita el espacio, dándole libertad y transparencia; pero, también respeta el carácter etéreo e imparcial del edificio, como explica el arquitecto Avilés: “Primero quisimos poner elementos que permitieran un diálogo directo con la arquitectura de Teodoro Gonzáles de León, para desatacar el carácter analizado y volumétrico del lugar, y lo segundo fue sumar a esa interacción, el movimiento de la gente ya con el museo construido. Lo que tenía que hacer la iluminación era corresponder a un elemento estático y, al mismo tiempo, a la dinámica de la gente que viene a reunirse en el museo. Ese es el principal atractivo del diseño que montamos: ver la arquitectura como ente vivo y estático, gracias a la iluminación, tanto en su interior como en el exterior”. 





  La decisión de poner como gran fuente luminosa del MUAC a la luz natural, se dio no por principio de ahorro energético, sino por una cuestión de filosofía y misión profesional: “Tenemos la postura de que el uso de la luz natural es un mensaje de renovación y de expectativa de conservación de las cosas. Quienes ven esto como una relación de cómo ahorrar watts, están condenados a vivir ciegos. Nuestro interés es recuperar los valores originales de la luz porque es una necesidad de subsistencia global a nivel humano, de cómo tratamos la energía que nos da el Sol y la manera en que ésta impacta nuestra orientación social; y, desde luego, la estructura que tenemos sobre la economía en materia energética. Los mexicanos estamos ligados a esto, somos una cultura del Sol, nuestros antepasados eran extraordinarios diseñadores de iluminación porque basaban sus propuestas en la lectura de la luz. Eso es lo que nos mueve y por eso nuestro trabajo se orienta en ese camino”, expone Avilés
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